Inter de Milán 1-0 AC Milan (3-0 agg): Lautaro Martínez sella la victoria y el Inter alcanza la final de la Liga de Campeones
El gol de Lautaro Martínez en la segunda parte selló el pase del Inter de Milán a la final de la Liga de Campeones por primera vez desde 2010.
Esta ciudad es negra y azul. Unos colores muy apropiados, dada la paliza que el Inter ha propinado a sus sumisos rivales de camino a la final. El Milan, maltrecho, magullado y con sus propios colores rebajados, fue un espectáculo lamentable en esta fase de la mejor competición de clubes del mundo.
No fue tanto el catenaccio de los vencedores de Simone Inzaghi, ese viejo gran arte de la defensa italiana, sino más bien el vandalismo de un rival que no era lo bastante bueno para marcar.
En cuanto al Inter, hizo lo que tenía que hacer y, con la ventaja de 2-0 de la ida, se aseguró la victoria cuando Lautaro Martínez marcó el único gol a 16 minutos del final. Sin embargo, eso es todo lo que hay que aplaudir, dado lo mal que estuvo el Milan.
En un San Siro humeante, bajo una explosión de bengalas y petardos, la semifinal de la Liga de Campeones sólo tenía nombre y ambiente. El humo ascendente se sentía como un símbolo de las desesperadas esperanzas del Milan de superar esta eliminatoria. Ojalá el parpadeo de las llamas en las gradas ardiera con la misma intensidad bajo las camisetas de los rojinegros. Necesitaban al menos dos goles, pero ni siquiera lograron disparar dos veces a puerta.
La UEFA, pensó, bien podría entregar el trofeo en la segunda semifinal de esta noche en Manchester. Este inesperado emparejamiento nunca pudo marcar el renacimiento del fútbol italiano. Fue más bien una fiesta para dos ancianos en una residencia de ancianos. Puedes disfrazarlo de experiencia, pero el Inter no tiene la habilidad ni la resistencia necesarias para derrotar al Manchester City o al Real Madrid.
El Inter espera con impaciencia su primera final de la Liga de Campeones desde que ganó la competición en 2010.
Fikayo Tomori (izquierda) Olivier Giroud (centro) y los jugadores del AC Milan, abatidos por la derrota
Por el contrario, el Inter vivió escenas de júbilo cuando los jugadores celebraron con sus seguidores el pase a la final.
Aún así, hay que aplaudirles por haber llegado tan lejos y, dentro de los límites de esta antiestética eliminatoria -hubo más faltas que entradas-, fueron merecidos vencedores. Pero superar al Milan no es una guía de forma fiable.
El técnico del Milan, Stefano Pioli, declaró: «Cuando llegas a estos niveles, o juegas dos grandes partidos o te vas. No pudimos subir el listón’.
En las horas previas al saque inicial, el centro de Milán era un fortín nerazzurro. Era como si el partido de ida les hubiera otorgado derechos territoriales, si no todavía de fanfarronería.
La Pizza del Duomo se balanceaba, rebotaba y repicaba al son del cancionero del Inter, ahogando el omnipresente estruendo de las sirenas. No había problemas, más bien el tráfico y las masas de aficionados del Inter que necesitaban vigilancia policial. Quizá era que la otra mitad de esta división del derbi estaba dentro de la catedral. Dios mío, necesitaban rezar sus oraciones tras el partido de ida.
Al menos las manos sanadoras de Dios habían alcanzado y tocado el muslo de Rafael Leao. La ausencia del delantero, afirmaban los ciclópeos seguidores del Milan, era la razón de su más metafórico ninguneo seis días antes.
Nada que ver, pues, con unos defensas que no ejecutaron lo básico de chutar, encarar y marcar. No fue tanto una alfombra de bienvenida como una plaza totalmente alfombrada lo que presentaron al ataque del Inter la semana pasada.
Esa temprana caída -el Inter marcó sus dos goles en 11 minutos- ha sido objeto de mucho escrutinio en los días posteriores.
La cobertura obsesiva y continua en todos los medios de comunicación captó el drama de telenovela que rodeaba a este partido. No es que el primer episodio acabara en un cliff-hanger. Más bien dio la sensación de que el Milan ya se había caído en este partido.
El Milan resopló durante 74 minutos en el partido de vuelta, pero no encontró el gol de la remontada
Simone Inzaghi quería que su equipo mantuviera su puerta a cero en la eliminatoria y se metiera en la final.
A falta de 16 minutos para el final, Martínez remata a bocajarro para dar la victoria al Inter.
El gol de Inzaghi selló la victoria de los suyos por 3-0 en el global de la eliminatoria y les dio el pase a la gran cita de Estambul del mes que viene.
El argentino celebró su gol decisivo con el público del Inter, que ejerció de anfitrión en San Siro.
El giro argumental fue Leao, el atrevido protagonista del Milan. Las hojas rosas de la prensa italiana dedicaron ayer varias páginas al regreso del jugador de 23 años. Él, sin embargo, necesitaba encontrar otras tantas palabras si quería reescribir el guión. No es probable.
El portugués tuvo suerte de evitar una amonestación por un fuerte toque y una falta a los cinco minutos, un error que delataba su falta de forma física. Tal vez Dios se equivocó de muslo. Resopló y resopló, pero no hizo nada.
A veces fue como una partida de ajedrez, no intrigante desde el punto de vista táctico, sino un poco aburrida y carente de incidentes. Si quitamos el ruido y el color brillantes que hay fuera del campo, lo que queda en él es una competición monocroma de baja calidad.
Pero al menos el gol de la victoria arrojó una luz más favorable a la ocasión. El suplente Romelu Lukaku envió un pase a Martínez, que se escapó de su marcador y batió por bajo al guardameta.
El Milan ya no iba a remontar. En realidad, ya estaban derrotados antes de que se hubiera pateado un balón.
El Inter salta de alegría ante su afición y se enfrentará al Manchester City o al Real Madrid
Será devastador para el AC Milan no sólo haber perdido contra su rival, sino que apenas haya dado un puñetazo.